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La filosofía de la guerra analiza las causas de la guerra sin ser una cuestión psicológica, intuitiva e innata. Requiere de un estudio multicultural que permita investigar las acciones del ser humano. La filosofía de la guerra es un complejo mundo donde se encuentran sus causas, sus hechos históricos y sus consecuencias complejas en la cultura humana y universal.
En cuanto a sus principales exponentes podemos contemplar los planteamientos de Zun Tzu en la filosofía oriental y en el plano occidental a Carl Von Clausewitz, el cual en De la guerra realiza importantes planteamientos en torno a la naturaleza en cómo opera la guerra. Además, desde el psicoanálisis de Sigmund Freud es patente en su obra Malestar en la cultura se puede contemplar algunos de los aspectos que motivan a los seres humanos a enfrentarse en hecho de carácter bélico.
La ética militar es un conjunto de prácticas y discursos que sirven para orientar a las fuerzas armadas y a sus integrantes para que actúen conforme a unos valores y unas normas determinadas, y para mostrar al conjunto de la ciudadanía esos valores de referencia.
La humanidad ha organizado guerras a lo largo de 5000 años. Durante todo este tiempo también ha intentado, con poco éxito, crear regímenes capaces de impedir la guerra o de limitar los efectos destructivos. La ética militar tradicional, y especialmente la teoría de la guerra justa, se ocupa de las cuestiones relativas a las justificaciones dadas para el uso de la fuerza (jus ad bellum o "derecho a la guerra"), de qué cosas pueden justificarse en el contexto del uso de esta fuerza (jus in bello o "derecho en la guerra") y finalmente las preguntas relativas a la reconstrucción después de la guerra (jus post bellum). Por otro lado una visión alternativa llama la atención sobre el papel de los militares en la construcción progresiva de la paz, como estado (incompleto) de justicia social de carácter multifacético (económico, legal, política, cultural, religiosos, simbólico, etc.) que debe siempre condicionar la resolución de conflictos por vías que no sean violentas.
Las fuerzas armadas nacionales y multinacionales deben jugar en prioridad un papel preventivo y disuasivo. Su intervención puede llegar a ser inevitable a pesar de todo, como último recurso, especialmente frente a un genocidio, siempre en el marco de un derecho de los conflictos armados que posiblemente necesita ser actualizado, y bajo mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.